El ser humano se rige por todo lo que ocurre dentro de su cerebro. Aunque a veces, cuando nos ponemos románticos, pensemos que el corazón tiene mucho que decir en nuestras decisiones, o incluso el estómago también nos “habla”, son solo sutiles alegorías. No somos, ni mucho menos, el único animal que posee un cerebro desarrollado. Sin embargo, el nuestro nos ha permitido escalar hasta convertirnos en la especie dominante, gracias a la sumisión de los instintos al raciocinio. Ese instante de pausa entre el estímulo y la respuesta, en el que podemos pararnos un momento a pensar qué es lo que más nos conviene hacer, cambió por completo nuestra evolución y la vida en el planeta. Quien más, quien menos, utiliza ese raciocinio en la mayor parte de las decisiones que toma. Pero hay momentos en los que eso queda al margen y, como se suele decir, nos dejamos llevar por la intuición, por las entrañas.
El sexo es un ejemplo perfecto de cómo todavía seguimos siendo animales en nuestro interior, con instintos primarios que salen a la luz en determinadas ocasiones. Cuando estamos en plena faena, disfrutando del placer de yacer con otra persona, nuestro cerebro sigue activo, pero de una manera diferente. El razonamiento queda en un segundo plano, y la parte emocional se hace con el control. Algunos pensarán que en el sexo no tiene por qué haber emociones, que puede ser algo simplemente placentero. El placer es, de hecho, una emoción, pero no un sentimiento, tal y como entendemos estos. Ahí está la diferencia, que solo se puede entender, en realidad, a nivel fisiológico. El sexo nos ofrece un torrente de emociones intensas, que vienen descargadas directamente desde nuestro cerebro. Por eso es tan positivo y nos relaja, nos hace disfrutar, incluso a nivel físico, permite una menor tensión arterial, algo que siempre es positivo. ¿Ocurre lo mismo cuando tenemos sexo con una profesional? Por supuesto que sí, solo que habría que añadir un entorno que puede marcar la experiencia por completo, por los nervios o por el morbo que nos provoca estar con una escort.
Los nervios de la primera vez
Si nunca antes habías estado con una profesional del placer, es muy probable que en tu primera experiencia sientas algunos nervios. No se trata de una relación cualquiera, estás pagando por recibir esos servicios, y hay muchas expectativas en tu cabeza. Esto provoca que, sobre todo las primeras veces, el encuentre sea algo frío al comienzo, y necesitemos algo más de tiempo para entrar en acción. Hay partes en nuestro cerebro que nos inhiben, a veces, para realizar ciertas fantasías, como tabúes convertidos en barreras emocionales. Las chicas de compañía saben muy bien cómo solventar esto, ya que han tenido experiencias de todo tipo y son conscientes de estas situaciones. Por eso suelen ser más cariñosas y atentas con estos primerizos, para que encuentren el camino directo al placer.
Algunas zonas del cerebro de encienden y otras se enfrían
En la década de los 20, un médico alemán consiguió realizar el primer electroencefalograma, conectando algunos electrodos a la cabeza de su hijo pequeño, y corroborando que el cerebro emitía ondas a ciertas frecuencias. Este invento ha sido crucial para que podamos entender mucho mejor el órgano que lo rige todo en nuestra vida. Gracias al EEG hoy podemos comprender mucho mejor la actividad cerebral, los impulsos nerviosos que activan nuestro comportamiento en cada situación, en cada momento. Las personas actúan de forma diferente frente a estímulos similares, pero en nuestra base, en nuestro impulso primigenio, el cerebro siempre tiene una respuesta marcada. Esta la conocemos gracias a haber desarrollado la tecnología más adelantada, que permite comprobar qué zonas del cerebro se activan con cada estímulo. Es así como hemos aprendido que cada parte del cerebro tiene una función concreta, relacionada con el pensamiento lógico, las emociones, etc…
Por supuesto, se han llevado a cabo pruebas de este tipo para saber qué zonas del cerebro están activas mientras disfrutamos de una relación sexual, y el resultado ha sido sorprendente. Hay algunas partes que se encienden tanto en los hombres como en las mujeres. Se encuentran sobre todo en el sistema límbico, la zona que rige las emociones y los impulsos físicos, la más atávica de nuestro cerebro. Por el contrario, la zona de la corteza cerebral, que estimula el razonamiento y el pensamiento lógico, se “enfría”. También lo hacen, en las mujeres, pequeñas zonas que determinan la desinhibición en su comportamiento, necesarias para que las chicas disfruten sin “vergüenza” del placer sexual. Anotamos, pues, que el sexo provoca en nuestro cerebro una respuesta mucho más instintiva que razonada. Es algo que sospechábamos, pero ahora lo podemos corroborar con estudios científicos.
Liberación de dopamina, oxitocina y serotonina
Pero, ¿por qué disfrutamos tanto con el sexo y de donde surge ese placer? Puede que esto termine con las teorías emocionales y espirituales de muchos lectores, pero básicamente, el ser humano está a merced de las explosiones químicas de su cerebro. Todo lo que sentimos, todo lo que nos gusta, todo lo que nos complace o nos provoca placer, viene determinado por la segregación de hormonas, no solo en el cerebro, sino en todo el cuerpo, que nos “hacen” llevar a cabo determinados comportamientos. La dopamina, por ejemplo, es un neuroquímico que suele relacionarse con la plenitud mental y emocional, una hormona que “hace bien” al cerebro. Los niveles de dopamina que se segregan durante el acto sexual son seguramente los más altos que un cuerpo humano puede tener. Y solo con esto, ya podríamos explicar por qué nos encanta tanto hacer el amor. Pero hay mucho más…
Existen otras hormonas que también son segregadas durante este acto sexual, aunque se pueden conseguir haciendo deporte, escuchando músico o realizando cualquier actividad que nos guste. Esto nos lleva a pensar… ¿segregamos serotonina cuando estamos haciendo algo que disfrutamos, o disfrutamos de ese algo precisamente porque segregamos esa hormona? La serotonina está íntimamente ligada a estados de paz y felicidad, por lo que su presencia en nuestro cuerpo es imprescindible para disfrutar de una sensación de plenitud. Con la oxitocina pasa lo mismo. Es un neurotransmisor que alcanza su pico en las relaciones sexuales, y nos provoca una intensa sensación de placer y emoción, como si nuestro cerebro multiplicase su actividad. La suma y mezcla de estas hormonas en nuestro cuerpo es lo que produce ese cóctel explosivo que nos hace disfrutar tanto del sexo, a veces llegando a tener incluso adicción, porque este tipo de compuestos químicos pueden llegar a funcionar como una droga.